martes, 17 de diciembre de 2013

3 de diciembre


La vida es eso que pasa mientras intentas olvidar a alguien. O mientras intentas convencerte de ello.
Parece mentira que después de todo lo publicado aquí, sea capaz de afirmar que he dejado de sentir por ella. No me intento autoconvencer, es cierto. En muchas ocasiones pensé si realmente había perdido lo mejor que he tenido en mi vida. Ni era lo mejor. Ni era lo que necesitaba.
Me hizo cambiar y disfrutar de la soledad. De la bendita soledad que significa no depender de ninguna otra persona, más que de tí mismo.
Añoro esos días.
Porque tan pronto llegaron, se fueron.
Ahora, adoro todo de ella. Como viste. Como camina. Como sonríe. Como me mira. Como me besa. Como me hace sentir. Dentro de toda su imperfección, está la perfección que deseo.
Pero desde el principio siempre dijo que esto era una locura. Que era un imposible. Puede que tenga razón, pero como el ciego que no puede ver estoy convencido que se equivoca.
Me he dado cuenta de que no se lo que sería capaz de hacer. Puedo estar con personas que me alegran las tardes y las noches, que me hacen sentir que aún sigo siendo de mi propiedad. Pero no me dan lo que me da ella.
Esta vida sólo se vive una vez. Estoy convencido de que este es el único tren que puedo coger. Y que al final perderé. Sólo quiero que sepa desde la intimidad más profunda que lo hubiera dado todo por estar a su lado.
Y puede que la vida sea eso. Una habitación donde va entrando y saliendo gente continuamente, y puede, que algún día exista alguien que se quiera quedar a dormir contigo...indefinidamente.
Y hoy desearía que ella se quedara a dormir.




D.